Detener la exploración petrolera en la Reserva Biósfera Seaflower del Archipiélago de San Andrés y Providencia pide Robledo
Carta del senador Jorge Enrique Robledo al ministro de Minas y al director de la ANH, Bogotá, 27 de abril de 2011
Muchas voces autorizadas se han pronunciado en contra de la explotación petrolífera que pretende autorizar el gobierno en las Áreas Marinas Protegidas y en la Reserva de Biosfera Seaflower, ubicadas en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Investigadores, académicos, columnistas, la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina (Coralina) y el Programa Ambiental del Caribe (adscrito a la Organización de Naciones Unidas), entre otros, exponen los riesgos de permitir que en esa zona marina se extraiga petróleo o gas.
El coordinador del Programa Ambiental del Caribe, Nelson Andrade Colmenares, en carta dirigida a la Cancillería expone: “Vemos la exploración de hidrocarburos en el área de Seaflower como un inminente riesgo, no sólo para los ecosistemas del Archipiélago…, sino para la región en su conjunto, en particular las áreas que se encuentran corriente abajo de la corriente del Caribe. El derrame del Golfo de México nos debe servir a todos de experiencia de lo que pudiese ocurrir si el petróleo se disemina en una región oceánica tan abierta y sujeta a rápidas corrientes. Las plataformas de perforación siempre botan algo de petróleo, y siempre existe el riesgo de un derrame más grande.”
A pesar de los llamados de atención, el gobierno ya ha realizado operaciones sísmicas en la zona. Proceso que no se le comunicó a los raizales de la zona, a quienes por su condición de minoría étnica se les deben consultar previamente todas las actividades que afecten o puedan llegar a afectar su modo de vida. Aquí no existe lugar a las interpretaciones de los funcionarios. Abundantes sentencias de la Corte Constitucional ratifican la necesidad de la consulta previa a comunidades como la raizal, la cual los gobiernos nacionales históricamente han desatendido e incluso, como en este caso, violado sus derechos.
La barrera arrecifal de Providencia y Santa Catalina, donde se ubica la Reserva de Biosfera Seaflower, es la mayor de Colombia y la tercera más grande del mundo. Posee la mayor diversidad de corales blandos en el Caribe occidental. Y Colombia, como suscriptor del Convenio de Biodiversidad Biológica, le solicitó a la Unesco declarar el Archipiélago reserva mundial de biosfera, cosa que sucedió en 2000. Y como lo explica Coralina: El Área Marina Protegida Seaflower “de manera similar como Galápagos, la Gran Barrera de Arrecife, Tubbataha y el Golfo de California exhiben una alta diversidad de hábitats y ecosistemas marinos.”
Para detener la exploración petrolera en la zona que comprende la Reserva Seaflower, Coralina instauró una acción popular. Los habitantes del Archipiélago se oponen, acción a la que se están sumando más colombianos. Espero que el gobierno no se esté aprovechando de lo alejada de la zona y del poco conocimiento que tiene la mayoría de los colombianos de la riqueza biológica del Archipiélago para permitir el avance del proyecto.
Ante los riesgos latentes, no existe la posibilidad de desarrollar sosteniblemente la extracción de hidrocarburos en la zona. Les solicito detener definitivamente cualquier actividad de exploración. Proyectos como este me confirman en la idea de que la “locomotora” de la minería y el petróleo es más bien una aplanadora que va a arrasar el medio ambiente, afectar la vida de las comunidades, que paga bajísimos impuestos y cuyas ganancias se van para el exterior y no contribuyen de ninguna forma al progreso nacional y, al contrario, lo entorpecen y evitan.
TOMADO DE MOIR.ORG.CO
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